Cultura del aprendizaje en las empresas
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Los expertos estiman que en 2030 habrán desaparecido entre 400 y 800 millones de empleos porque, tecnología, robots e inteligencia artificial mediante, habrán quedado obsoletos. Para asegurarnos el trabajo, deberemos cambiar nuestra mentalidad y adoptar, como rutina innegociable, el aprendizaje continuo. Las empresas lo tienen claro y ya demandan esta capacidad en todas sus ofertas laborales.
Una mentalidad de aprendizaje continuo implica entender nuestro cerebro con un potencial infinito: vernos en todo momento con capacidad y ganas de aprender otros modos de hacer las cosas, técnicas distintas y también de desarrollar nuevas habilidades.
Conforme a esta necesidad, las empresas necesitan estrategias para promover una cultura de aprendizaje continuo. Para ello pueden apoyarse en las múltiples oportunidades de aprendizaje disponibles en la era digital, pero sobre todo es preciso un nuevo perfil de trabajadores “aprendedores” que entiendan que su desarrollo, y con él el de su compañía, está en sus propias manos.
Los profesionales anhelan el crecimiento profesional pero, según Forbes, sólo el 42 por ciento de ellos dice aprender en su trabajo. El 39 por ciento manifiesta que nunca o raramente aprende algo nuevo mientras realiza su actividad habitual. Por otro lado, está demostrado que existe una relación directa entre cuánto aprende alguien mientras hace su trabajo y cuánto le gusta hacerlo, de modo que el grado de aprendizaje es un habilitador importarte de la motivación. No es casualidad que la gente más proclive a aprender se sienta más orientada a resultados, más satisfecha con el impacto de sus tareas y más apegada a su compañía y a sus jefes.
Una orientación al aprendizaje continuo es, por tanto, un win-win tanto para la empresa como para el empleado. Pero, aunque esté así de claro, la cultura del aprendizaje continuo es aún un reto para muchas organizaciones deseosas de atraer talento y necesitadas de hacer crecer el negocio.
A continuación enumero cuatro iniciativas que pueden ayudar:
Algo que la era digital no ha cambiado es la gran influencia que el comportamiento de los directivos tiene sobre el de los empleados. Cuando desde la dirección se establece una cultura que habla de la necesidad de aprender a lo largo de toda la vida, de hacerlo de manera colaborativa, de mentoría o coaching, la gente cambia su mentalidad y tiende a ver estas iniciativas como una oportunidad e incluso como un regalo o privilegio.
El formato de curso presencial de toda la vida está cayendo en picado. Implica tal dedicación en tiempo que representa un impacto en las tareas que al trabajador le cuesta asumir. La acumulación de correos durante los días que éste está de curso y las interrupciones del mismo para atender los “fuegos” que van surgiendo desincentiva la asistencia, por muy interesante e incluso necesario que resulte e contenido.
Por ello, en lugar de “hacer un curso”, cada vez más trabajadores prefieren aprender con MOOC, eLearning, videotutoriales y otros recursos online, que les permiten aprender lo que necesitan, con flexibilidad espaciotemporal y utilizando micromomentos, con y un impacto mínimo en la marcha de la actividad habitual. En esta línea, los empleados “aprendedores” prefieren hacerlo incluso a través del móvil, adquiriendo solo los conocimientos necesarios, en lugar de hacerlo sobre un temario previo. De esta forma lo pueden encajar mucho mejor en su día a día y, además, según los neurocientíficos, este método permite retener de una forma más eficaz lo aprendido.
Otra cuestión importante es que no solo se aprende en los cursos. También se hace, incluso más, al compartir conocimientos y aplicar las mejores prácticas que nos cuentan otros. Interactuar con compañeros haciendo preguntas, discutiendo temas, compartiendo ideas y enseñando lo que cada uno sabe es probablemente el proceso de aprendizaje más efectivo que existe. Por no hablar de cómo estimula otra habilidad igualmente demandada: el pensamiento crítico.
Fomentar las comunidades de empleados y los proyectos colaborativos, así como el uso de redes sociales internas, permite a los profesionales no solo aprender más y mejor, sino también poner su conocimiento al servicio de toda la empresa, ya que se conecta de modo natural a aprendices con expertos. Los foros y grupos crean comunidad y mantienen la conversación sobre perspectivas, barreras, retos y superación, lo que contribuye a que todos trabajen en voz alta y aprendan de ello.
Jugar convierte cualquier obligación en una diversión. “Gamificar” la formación no solo la hace más amena, sino que aumenta la determinación para aprender. Las recompensas y las tablas de clasificación como dinámica son formas brillantes de impulsar el compromiso con cualquier aprendizaje.
En definitiva, en la era de la información, en la que nos hemos acostumbrado a tener la información que necesitamos en el momento preciso y desechamos cualquier conocimiento que no encaje en tiempo y forma, es crítico abrazar un modelo de aprovechamiento del aprendizaje derivado de la actividad cotidiana, en el que cada uno pueda aprender y enseñar al mismo tiempo que trabaja. La clave es utilizar los recursos disponibles en el lugar de trabajo para capacitar al profesional para que haga cada vez mejor su trabajo al tiempo que mejora sus habilidades.
En este sentido, emergen en las empresas figuras clave como la del “learning advisor”, cuya función es facilitar el aprendizaje continuo y ayudar a construir un contexto que incluya todo tipo de fuentes de conocimiento y en el que los profesionales digitales se manejen de modo autodidacta con soltura. Se trata de abrir puertas y ventanas a todo tipo de experiencias y oportunidades para aprender y dejar que entre en las empresas una nueva cultura del aprendizaje.
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Los expertos estiman que en 2030 habrán desaparecido entre 400 y 800 millones de empleos porque, tecnología, robots e inteligencia artificial mediante, habrán quedado obsoletos. Para asegurarnos el trabajo, deberemos cambiar nuestra mentalidad y adoptar, como rutina innegociable, el aprendizaje continuo. Las empresas lo tienen claro y ya demandan esta capacidad en todas sus ofertas…
Los expertos estiman que en 2030 habrán desaparecido entre 400 y 800 millones de empleos porque, tecnología, robots e inteligencia artificial mediante, habrán quedado obsoletos. Para asegurarnos el trabajo, deberemos cambiar nuestra mentalidad y adoptar, como rutina innegociable, el aprendizaje continuo. Las empresas lo tienen claro y ya demandan esta capacidad en todas sus ofertas…